Esta mañana ha llamado la atención un flamante titular donde se pone en verbo de la Esperanza Aguirre una imputación terrible: lo que hacen los indignados es algo así como un Golpe de Estado. O así se fraguan. Etc., etc. La causa de la imputación: abogar por el principio de democracia directa. De donde se sigue que aquellos que abogan por el principio de democracia directa, empezando por Pericles, son lobos golpistas disfrazados bajo la piel del cordero democrático y yeyé.

El pintoresquismo de la tesis se adentra en lo barroco cuando la Presidento de la Comunidad Autónoma de Madris identifica el momento histórico y el cabecilla de los antecedentes del protogolpismo indignado: la Francia de 1793 bajo el liderazgo de Robespierre. O sea que en realidad de verdad lo de los indignados que le pusieron la paraeta en la Puerta del Sol no eran otra cosa que un ejército de zombies varados en el momento más álgido de la Revolución Francesa (no la de la Rusia Soviética, si no la francesa) dispuestos a avanzar sobre las instituciones del Estado susurrando bu bu bu mientras huyen de los estrados sus aterradas señorías. Y el tal Robespierre, con peluca, se le aparece por la ventana y se le abalanza con el cuchillo ensagrentado de psicosis mientras ella chilla defendiendo la democracia representativa y autonómica. Y lo mejor el fachorro del Pedro J. Ramírez haciéndose el historiador, el filósofo y el prócer mientras el mamarracho de Bono opina por allí riéndoles las gracias con sus caballos, sus corbatas y sus sudores. ¿Pero este gilimindri que se ha creído?

Conclusión: que se voten ellos.